QUE SE PUEDE VER EN ARBECA




En la cumbre del monte podemos encontrar los restos del castillo de los duques de Cardona, que tiene el origen en una fortaleza árabe conquistada hacia la mitad del siglo XII. Cerca hay un mirador, en la parte superior de la pared más alta, desde donde se visualiza la llanura de Urgell al pie, las montañas del Montsec delante y los Pirineos al norte. Por el castillo han pasado figuras históricas como los reyes Joan I o Felip I (II de Castilla).

A los pies del castillo podemos ver la iglesia parroquial de Sant Jaume (siglo XVII), con una planta de cruz latina de grandes proporciones. En las calles y plazas que la rodean hay soportales, fachadas de piedra y escudos heráldicos, además de rincones de regusto medieval, como el cruce porticado de la plaza de la iglesia con la calle de Sant Feliu, o bien los soportales del Esparter y del Duc de la plaza Major.

También en pleno centro del pueblo se encuentra un molino de aceite conocido como el molí d'Argilés (siglo XIX), que se ha podido recuperar prácticamente todo entero con unas muelas de piedra que impresionan.

A cuatro kilómetros de la villa se levanta, encima de un pequeño altozano, la capilla de Sant Miquel, antigua iglesia del desaparecido poblado de las Borgetes de Salena. Románica, de planta rectangular y de una sola nave, la capilla está protegida por tres contrafuertes, iluminados débilmente por una original y artística ventana en forma de aspillera.

Al nordeste del término está la partida de los Vilars. Son dos yacimientos arqueológicos: una villa romana sin excavar, prácticamente inédita, y un poblado de la primera Edad del Hierro, con un interesante sistema de defensa.

Este poblado (construido alrededor de 750 a.C.) llegó en la época ibérica hasta el siglo IV a.C. y fue abandonado poco después de 350 a.C. Sus características defensivas hacían inexpugnable la fortaleza de los Vilars: una muralla con doce torres, una barrera de piedras clavadas (chevaux-de-frise) y un foso de trece metros de ancho. El poblado fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional por la Generalitat de Catalunya.

Arbeca fue muy importante en el siglo XIX, con una considerable población que se las tenía que ingeniar para abastecerse de agua. De aquella época quedan muchos vestigios y formas de recogerla antes de la construcción del canal de Urgell.

Así, caminando dos kilómetros en dirección a Juneda se llega a la fuente de la Juliana, una surgencia natural de agua excavada en el substrato, construida por los romanos y revalorizada por los árabes.

Otro ejemplo son los pozos del Soldevila (con un antepecho o brocal de grandes proporciones para extraer el agua desde dos niveles diferentes, según las necesidades de los masoveros) o los pozos del Fondo (como el pozo de la villa y el pozo de la Ferrada (1783).

Más ejemplos se encuentran en el pilancón del Queralt, embalse de agua abierto en la roca viva, o en el monte del Corb, con un modelo peculiar de recogida de aguas para proveer la cisterna que todavía hoy tiene utilidad.

Vale la pena acercarse hasta la cantera del Ferro, de donde se sacaba una piedra que ha configurado la estructura de muchos edificios en diferentes ciudades del entorno geográfico.

En muchos pueblos de Catalunya, España, Francia e Irlanda es frecuente encontrarse con una cruz de piedra o de hierro a la entrada o salida de un pueblo o en el cruce de caminos. Años atrás había habido hasta doce cruces que marcaban caminos o límites del término. Las cruces que todavía quedan en pie son la de Sant Roc (siglo XVIII), la de la fuente del Metro y la del camino de les Borges a Fulleda (1790).